sábado, 3 de noviembre de 2007

CHILE: Eduardo Llanos (1956)


Eduardo Llanos es Poeta, psicólogo e investigador. Su primer libro (Contradiccionario, 1983), celebrado por poetas como Enrique Lihn y Gonzalo Rojas, incluye varias secciones que habían obtenido el primer premio en diversos concursos (Ariel, 1978; Literatura Juvenil, 1978; Gabriela Mistral, 1979; Juegos Florales de Valdivia, 1982). Mantiene voluntariamente inéditas varias otras obras: Libertad vigilada (Premio Iberoamericano 1984); Disidencia en la tierra (Premio Latinoamericano Rubén Darío, Managua, 1988); Espejeos retrovisores (Premio Centenario Gabriela Mistral 1989); Como un brasero que se extingue en la llovizna (Premio Pedro de Oña 1990). El 2003 publicó Miniantología (CD y libro) y Antología presunta (Editorial Fondo de Cultura Económica). Un jurado de casi ochenta pares distinguió a Antología presunta con el Premio Altazor 2004. Mantiene abierta una larga investigación sobre los poetas suicidas del mundo (sólo en América Latina ha pesquisado ya ciento cincuenta autores).

1. ¿Cuáles son los tres títulos de la literatura universal a los que se acerca constantemente a releerlos?

En narrativa releo poco, salvo El Quijote. En poesía, en cambio, vuelvo con cierta frecuencia a Catulo, Rilke, Pessoa, Ungaretti, Vallejo, por nombrar algunos. Entre los chilenos, creo que revisito con más aprecio los libros de Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn y Jorge Teillier. Sin embargo, hasta ahora no he leído a ningún poeta que merezca que uno lo lea de comienzo a fin; creo que la mayor intensidad suele concentrarse en una o dos docenas de poemas. Para mí lo más apasionante es justamente descubrir esas veinte o treinta páginas de mayor condensación, porque no siempre coinciden con las preferencias de la crítica.

2. ¿Qué haría por obtener un ejemplar de la primera edición de algún libro famoso de la literatura y cuál sería ese título?

No tengo muy marcada esa afición. En cambio, sí puedo decir que he dejado buena parte de mi vida en librerías de segunda mano, buscando los libros de poetas que aprecio, sean o no primeras ediciones. Y otro tanto puedo decir de las antologías panorámicas de poesía de diversos países. En lo que sí puedo confesar cierta bibliomanía es en mi afición por los diccionarios temáticos, mejor todavía si fueron preparados por un equipo amplio de colaboradores. Me gusta mucho leer diccionarios de materias y disciplinas variadas. Creo que es algo casi compulsivo.

3. ¿En qué libro ha encontrado su definición de “Vida”?

En Rilke, sobre todo en las cartas y en Elegías del Duino. Claro que en los Evangelios creo ver la fuente mayor, sobre todo en el Sermón de la montaña.

4. ¿Qué historia de amor de la literatura le hubiera gustado vivir?

Quizás una mezcla entre la Nadja de Breton y la Maga de Cortázar. Pero, modestamente, prefiero mis propias historias. Aunque mis musas han sido más bien de bajo perfil, he aprendido mucho de cada uno de esos vínculos. Y es que siempre procuro distinguir entre lo que deseo y lo que necesito, porque a menudo se confunden. Yo puedo desear que enloquezca por mí una musa glamorosa y de película, pero lo que en verdad necesito es aprender o reaprender a amar. A los poetas casi nunca nos faltan sueños o fantasías; lo que más bien necesitamos es cierta dosis de realismo.

5. ¿Qué obra de la literatura le gustaría ver en el cine?

No sé si, siendo filmadas, las grandes obras ganan realmente algo, aparte de difusión. Creo que su mayor fuerza radica en la imaginación potenciada por el lenguaje. Más bien, me gustaría que se intentara llevar al cine a ciertas plumas prestigiadas, pero que a mí me parecen carentes de imaginación y/o de paciencia para crear personajes, tramas, situaciones, diálogos, etc. En ese sentido, el cine podría operar como un primer filtro antes que como un premio consagratorio al final de la “carrera”.

6. ¿Con qué autor de la literatura le hubiera gustado conversar y compartir en una velada bohemia?

Con algunos simbolistas y en su época. Por ejemplo, me gustaría conversar con Baudelaire y con Laforgue. También me gustaría estar en alguna taberna rusa de hace ochenta o setenta años para charlar con Maiakovski, Esenin y Pasternak. Y que desde otra mesa se acercaran de pronto Jakobson, Jlebnikov y los formalistas del grupo de la Opoiaz.

7. ¿A qué autor de la literatura universal considera injustamente olvidado?

A Blaise Cendrars, en especial por su poesía. Entre los latinoamericanos, creo que Roque Dalton merece relectura. Y entre los chilenos, Pablo de Rokha es relativamente conocido, pero poco leído. Claro que, una vez más, yo sólo recomendaría algunas páginas olvidadas.

8. ¿A qué autor de la literatura universal considera sobre valorado por la crítica y el tiempo?

A Valéry como poeta, aunque como crítico y ensayista lo valoro al menos tanto como a Eliot. Entre los españoles, no termina de convencerme la poesía de Jorge Guillén, aunque sí algunos de sus ensayos. Entre los latinoamericanos, diría algo similar de Octavio Paz, aunque de él sí podría señalar poemas que me han interesado de verdad.

9. ¿Qué personaje de la literatura le hubiera gustado que exista, efectivamente?

Creo que ninguno. Me parece que están bien donde están, en esa zona de lo posible o de lo virtual. Quizás no sean ellos los que deban descender a lo real, sino nosotros los que deberíamos ascender a lo ideal. Quizás el arte y la literatura existen precisamente para al menos acercarnos a las inmediaciones de la utopía.

10. ¿En qué personaje de la literatura se ha visto reflejado en virtudes y defectos?

En mi juventud me sentí identificado con don Quijote, pero ahora que ya tengo casi su edad, me cuesta sentirme plenamente identificado con él o con cualquier otro personaje.

11. ¿Cuáles son las cinco palabras que utiliza con obsesión en su literatura?

Cuando estábamos recién conociéndonos, Eugenia –mi esposa– me hizo notar la frecuencia con que en mis poemas aparecen las palabras ‘muchacha’, ‘cabellera’ y ‘senos’. Me dijo que yo no era ‘celotípico’, pero sí ‘senotípico’. No sé contestar mucho más que eso. Por otro lado, aunque no los nombre con alguna palabra favorita, creo que me gusta marcar contrastes en lo aparentemente similar y, al revés, sugerir analogías donde se supone que deberíamos ver contrastes.

12. ¿Con qué está comprometida su literatura?

Con el desafío de compatibilizar ciertas polaridades, como la justicia y la libertad, la solidaridad y los derechos individuales, la felicidad individual y el bien común, el respeto de las tradiciones propias y la apertura al nuevo orden mundial. Creo que la síntesis entre esas polaridades requerirá mucha fraternidad y mucha madurez, aunque me temo que la poesía actual está más bien centrada en discursos sectoriales.

13. ¿Cómo sería su vida sin la literatura?

Sería más aburrida, pero no vacía. La docencia y la investigación absorberían mi tiempo, y seguramente valoraría más otras artes que por ahora me resultan más bien lejanas, aunque no indiferentes.

1 comentario:

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