sábado, 20 de octubre de 2007

ARGENTINA: Luisa Valenzuela (1938)



Luisa Valenzuela nació en Buenos Aires. En 1959 se radicó en París donde escribió su primera novela Hay que sonreír. Trabajó como periodista en el diario La Nación y en la revista Crisis,

Su extensa obra comprende las novelas Hay que sonre ír (1966), El gato eficaz (1972), Como en la Guerra (1977), Cola de lagartija (1983), Novela negra con argentinos (1990), Realidad nacional desde la cama (1990) y La travesía (2001); los libros de cuentos Los heréticos (1967), Aquí pasan cosas raras (1976), Libro que no muerde (1980) Donde viven las águilas (1983) Cambio de Armas (1982), Simetrías (1993), todos ellos reunidos en el volumen Cuentos completos y uno más (1999) y BREVS. microrrelatos completos hasta hoy (2004); un libro de compleja clasificación genérica Los deseos oscuros y los otros. Cuadernos de Nueva York Acerca de Dios (o Aleja) (2007), Peligrosas Palabras (2001) y Escritura y Secreto (2002). Algunas de sus obras se reeditaron en El placer rebelde (2003), una antología general de su obra, Trilogía de los bajos fondos (2004) y Hay que Sonreír, en versión digital (2004).

Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, francés, portugués, holandés, japonés y croata entre otros idiomas. Sus cuentos integran numerosas antologías, nacionales y extranjeras. Ha recibido premios, reconocimientos y distinciones, entre varios, es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Knox, Illinois, y en 1997 recibió la Medalla Machado de Assis de la Academia Brasilera de Letras. Reside en Buenos Aires desde 1989. entre otras. Obtuvo en 1969 la beca Fullbright. De 1972 a 1974 vivió en México, París, Barcelona, con una breve permanencia en Nueva York, donde investigó aspectos de la literatura marginal norteamericana como becaria del Fondo Nacional de las Artes. En 1979 se trasladó a los Estados Unidos. Dictó durante diez años diversos seminarios y talleres de escritura en las universidades de Nueva York y Columbia. Fue profesora invitada del New York Institute for the Humanities, del Fund for Free Expression y miembro del Freedom to Write Comitee de PEN American Center. Trabajó con Amnisty International y con Americas Watch. Obtuvo la Beca Guggenheim en 1983. (2001); y los libros de ensayos

1. ¿Cuáles son los tres títulos de la literatura universal a los que se acerca constantemente a releerlos?

A Don Quijote y al Ulises me acerco muy seguido, pero con la sana intención de llegar algún día al final de esa odisea. Me acercaría también a La Odisea, pero tengo suficiente con los muchachos anteriormente citados, y total ya la leo en espejo. En cambio sí releo con fruición y siempre con sorpresas mínimas, del tipo encontrar allí el vocablo perfecto, los cuentos de Borges.

2. ¿Qué haría por obtener un ejemplar de la primera edición de algún libro famoso de la literatura y Cuál sería ese título?

No haría nada, absolutamente nada. No soy fetichista, y tampoco quiero que me acusen después de haberlo robado de la Biblioteca Nacional argentina, de la que desaparecieron un montonal de libros valiosos que ni estaban sellados o catalogados. Eso sí, dentro de un panorama más amplio y no sólo literario, me encantaría tener un ejemplar de Les très riches heures du duc de Berry iluminado a mano. Pero que me lo regalen. O mejor, que me lo den en calidad de premio.

3. ¿En qué libro ha encontrado su definición de “Vida”?


El Libro de Arena que describe Borges y que no existe. Mi definición de la vida es vasta como el desierto o como el mar, e igualmente cambiante. En muchos otros encuentro definiciones magníficas, que me deslubran, y que después olvido.

4. ¿Qué historia de amor de la literatura le hubiera gustado vivir?

Soy mujer, la pregunta es de doble filo. Me gustaría ser protagonista de una de esas grandes pasiones, con un hombre joven, vigoroso, resuelto, que desafía los convencionalismos. Ser Carlota de Las palmeras salvajes, la dama de El diablo y la dama de Raymond Radiguet, Ana Karenina. Pero no tengo ganas de llegar al final de mi amour fou pagando las culpas de ambos con una muerte injusta y sólo mía. No estoy para expiar pecados, ni siquiera para considerarlos como tal. Ergo, prefiero ser Fanny Hill, la prostituta, la cortesana que tuvo una vida azarosa y llena de emociones, y si bien murió de peste como casi todo el resto de su Inglaterra isabelina, al menos supo pasarla muy bien.

5. ¿Qué obra de la literatura le gustaría ver en el cine?

Ninguna. Prefiero mil veces el propio cine íntimo que significa la lectura, donde podemos ver las escenas como mejor responden a nuestra privada imaginación. Pero hay una película muy poco conocida que me encantaría rever: Finnegans Wake, con sublimes actores irlandeses que desgranan el texto y lo actúan, mientras los subtítulos ponen ante nuestros ojos, intocado, el texto imposible y maravilloso de Joyce.

6.¿Con qué autor de la literatura le hubiera gustado conversar y compartir en una velada bohemia?

Con Boccaccio. Aunque me temo que "bohemia" es una palabra un poco blanda para describir una velada decameroniana. Sólo espero que el vino de la época sea tan bueno como el vino italiano de hoy.

7.¿A qué autor de la literatura universal considera injustamente olvidado?

A casi todas las autoras de envergadura (palabra poco femenina, si la hay). Salvo Virginia Woolf o Sor Juana, creo que la lista llenaría páginas del presente libro y entonces te la ahorro.

8. ¿A qué autor de la literatura universal considera sobre valorado por la crítica y el tiempo?

No soy Pessoista, ni me apasiona ninguno de sus heterónimos que total son máscaras interesantes como propuesta pero no tan variadas. Aunque como eso va en gustos y tampoco soy Proustiana, no puedo hablar de valoración y menos de sobrevaloración sino simplemente de afinidades negativas.

9.¿Qué personaje de la literatura le hubiera gustado que exista, efectivamente?

Sandokán, el Tigre de la Malasia, o D'Artagnan. Estuve enamorada de ellos en mi primera adolescencia y no veo por qué no habría de amarlos en la tercera.

10. ¿En qué personaje de la literatura se ha visto reflejado en virtudes y defectos?

Otra de tus preguntas imposibles, Javier! Una escritora, pienso que también un escritor, no anda mirándose en personajes ajenos, apenas si puede reflejarse pálidamente en los propios.

11.¿Cuáles son las cinco palabras que utiliza con obsesión en su literatura?

Máscara, miedo, mar, puerta, risa. Pero son mucho más importantes las que NO uso: metáfora, amor, incandescencia.

12. ¿Con qué está comprometida su literatura?

Con la literatura, por supuesto. Con la palabra, con verla a trasluz, con tratar de decifrarla en todos sus matices, con asumir una espeleología dentro del lenguaje que nos permita tener un atisbo de conocimiento, de comprensión. Y con no juzgar, con dejarle a quien lee la libertad de armar el propio rompecabezas. En lo posible.

13.¿Cómo sería su vida sin la literatura?

Espléndida. Siempre digo que escribir es una maldición de tiempo completo. No hay descanso: se escribe con el cuerpo, se escribe con cada dolor y cada alegría. Eso en cuanto a la propia literatura. si no fuera escritora sospecho que no me faltaría imaginación para ser alquimista, antropóloga, microfísica o una feliz vagabunda. Pero no puedo concebir la vida sin la literatura ajena. La ficción nos enseña a leer la realidad, a poner en orden --al menos un poco-- las diseminadas piezas del caos que es este mundo en el que nos toca transcurrir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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